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Sostiene Nuccio Ordine que el encuentro con un clásico puede cambiar la vida. Y así fue para un precoz Van Dyck que, tras viajar durante seis años
por Italia, pintó este drama gestual, magistralmente iluminado. Central, un desnudo masculino, sobre su sudario y ya sin latido, revive la estatuaria antigua de dioses y héroes. A través de la figura vicaria de Miguel Ángel, también la grandeza de la escultura clásica resuena en esta pintura de Bacon en donde en un espacio clausurado se agita con terrible desazón una apariencia orgánica, cinética y carnal.