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Sentirse agotado es algo común después de una jornada intensa. Pero para quienes padecen este trastorno, el cansancio extremo se convierte en una carga diaria que no desaparece con el descanso. Cuál es la causa y por qué afecta de igual modo a niños, adolescentes y adultos.
A medida que el año se acerca a su fin, el cansancio y el agotamiento parecen convertirse en una queja constante. Las exigencias acumuladas y el estrés de las actividades laborales y personales suelen causar un desgaste físico y mental que afecta a muchos.
Sin embargo, para quienes padecen el síndrome de fatiga crónica (SFC), también conocido como encefalomielitis miálgica, el agotamiento va mucho más allá del cansancio habitual de esta época. Este trastorno debilitante e invisible provoca una fatiga extrema y persistente, dolor crónico, y una “niebla mental” que no mejora con el descanso, afectando profundamente la vida diaria de los pacientes.
Definida por una fatiga extrema que no se alivia con el descanso, esta enfermedad también se caracteriza por problemas cognitivos y dolor persistente. Aunque su naturaleza sigue siendo en gran medida desconocida, el SFC afecta a niños, adolescentes y adultos, con mayor frecuencia a mujeres entre los 40 y 60 años.
Qué síntomas tener en cuenta: Para diagnosticar el síndrome de fatiga crónica, existen tres síntomas esenciales que deben estar presentes: la capacidad reducida de realizar actividades habituales, el malestar post-esfuerzo (PEM) y el sueño no reparador. Fischer aclaró que la fatiga que experimentan las personas con SFC “no es un resultado de una actividad inusualmente pesada, no se alivia con el sueño o el descanso, y no era un problema antes de enfermar”.
El malestar post-esfuerzo es uno de los síntomas más característicos y debilitantes. Se trata de un empeoramiento de los síntomas tras actividades físicas o mentales menores.
A esto se suman otros síntomas igualmente desgastantes, como el dolor muscular y articular, problemas de sueño, deterioro cognitivo y problemas vasculares relacionados con el sistema nervioso autónomo. Las personas con SFC pueden experimentar dificultades para concentrarse, recordar detalles, o pensar con claridad, lo que describen como una “niebla mental”.
Cómo diferenciarlo del cansancio propio de esta altura del año
El agotamiento y la fatiga son quejas frecuentes, especialmente al cierre del año, cuando el estrés y la falta de descanso parecen ser habituales en muchas personas. Sin embargo, hay diferencias clave entre este cansancio común y el SFC, tanto en la intensidad como en la duración de los síntomas.
Para llegar al diagnóstico del SFC, es esencial descartar causas clínicas, como enfermedades de la glándula tiroides, anemia o infecciones, así como evaluar si el descanso o la actividad física ayudan a aliviar la fatiga, algo que sí funciona en el cansancio típico pero no en el SFC.
Cómo es el tratamiento del síndrome de fatiga crónica
El tratamiento se enfoca en mejorar la calidad de vida y controlar los síntomas, dado que no existe una cura definitiva.
Al respecto, el enfoque debe ser multidisciplinario, integrando intervenciones en el estilo de vida, como una alimentación saludable, actividad física moderada, y técnicas de manejo del estrés. También recomendó medidas no farmacológicas como la terapia cognitivo-conductual, la fisioterapia, la acupuntura, y las técnicas de relajación y respiración.
En el ámbito farmacológico, algunos fármacos pueden ser útiles para aliviar síntomas específicos. Sin embargo, el tratamiento con medicamentos debe ser muy cuidadoso, ya que ciertos fármacos, como los antidepresivos, los antihistamínicos o los antibióticos, pueden empeorar la condición.
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