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San Lázaro es un santo muy venerado en Cuba. El nombre de Babalú Ayé es de origen lucumí. Se cuenta que fue un mujeriego que llegó a perder el respeto hasta de su mujer Ochún, quien decidió abandonarlo y un día por desatender consejos sobre su conducta amaneció con el cuerpo cubierto de llagas purulentas.
Por miedo al contagio todas las personas huían de él y sólo lo seguían algunos perros, que gustaban de lamer sus heridas. Murió sin perdón de Olofi (Dios supremo de la religión yoruba Olodumare, sincretiza con El Cristo en la religión católica). Ochún sintió lástima de él y consiguió fuera perdonado por Olofi y regresara a la vida.
Babalú Ayé retorna caritativo y misericordioso, pues supo cuanto sufre un enfermo.
Sus atributos son dos perros, un par de muletas y una campana triangular de madera y sus elekes (collares) se hacen de cuentas blancas con una raya finita azul, aunque también otros los confeccionan intercalando cuentas rojas y negras de Oyá o Llanas, una de las deidades de la religión yoruba.