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Una reputación de santidad tiene algunos inconvenientes. El reconocimiento público puede ser una molestia a veces, como descubrieron los cohermanos de Salvador.
Salvador nació durante la Edad de Oro de España. El arte, la política y la riqueza florecían. Así fue la religión. Ignacio de Loyola fundó la Compañía de Jesús en 1540.
Los padres de Salvador eran pobres. A la edad de 21 años, ingresó a los franciscanos como hermano y pronto fue conocido por su ascetismo, humildad y simplicidad. Como cocinero, portero y más tarde, el mendigo oficial de los frailes en Tortosa, se hizo famoso por su caridad. Sanó a los enfermos con el signo de la cruz. Cuando las multitudes de personas enfermas comenzaron a llegar al convento para ver a Salvator, los frailes lo trasladaron a Horta. Nuevamente, los enfermos acudieron a pedir su intercesión; una persona estimó que 2,000 personas por semana venían a ver a Salvador. Les dijo que examinaran sus conciencias, se confesaran y que recibieran la Santa Comunión dignamente. Se negó a orar por aquellos que no recibirían esos sacramentos.
La atención pública dada a Salvador fue implacable. Las multitudes a veces arrancaban pedazos de su hábito como reliquias. Dos años antes de su muerte, Salvator fue trasladado nuevamente, esta vez a Cagliari en la isla de Cerdeña. Murió en Cagliari diciendo: "En tus manos, oh Señor, encomiendo mi espíritu". Fue canonizado en 1938.
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FUENTE: (TRADUCIDO POR GOOGLE TRANSLATOR DE ESTA PAGINA)
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