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Septiembre nos habla, porque los meses, aunque solo son nombres inventados y heredados , de echo septiembre es siete en latín , están vivos y han terminado simbolizando las fuerzas atmosféricas (que, a su vez, simbolizan fuerzas cósmicas) y ambientales y notamos su pulso si nos paramos a escucharlo, parece provenir de un corazón que palpita con un ritmo propio. Tiempo de cambios . Periodo que incide sobre todos nosotros de igual modo que lo hacen en un árbol , en la hierba en los demás animales en la tierra o la mareas de mar y el clima y lo notamos en los estados de ánimo, en nuestras digestiones, en nuestro pelo y hasta en la actividad
Según las tradiciones de las culturas celtas , Vikingas de la vieja Europa cada año, hacia los últimos días de septiembre, las personas se reúnen en torno a una mesa atestada de comida. La wicca lo recoge , como ‘Mabon’: la fiesta del equinoccio de otoño.
Las calabazas, manzanas, uvas o nueces, se transforman en deliciosos postres de otoño acompañado de los jarabes dulces del arce o de la miel. Fiestas reuniones y ferias para compartir los frutos de la Tierra
Es el mejor momento del año para reconectar con tu verdadero yo y estrechar tu conexión espiritual con la naturaleza y la vida y para llenar nuestras mentes de buenas energías.
El equinoccio de otoño es un buen momento para abrazar el cambio y todo lo nuevo que esta estación nos traerá. Tiempo de limpieza de hacer espacio en nuestras mentes, hogares y cuerpos para todo lo bueno que está por llegar, cuidar la dieta , apuntarse a gimnasia, hacer algo por los demás.