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El Conjunto Sicuris del Barrio Mañazo, a lo largo de más de un siglo de existencia orgánica, tiene miles de historias; historias de fracasos y de señalados triunfos que jalonan su larguísima trayectoria como institución emblemática en el arte popular puneño. Así lo demuestra su consecuente práctica dual, ensamblada, complementaria, de la ejecución del sicu, instrumento musical aerófono metido desde antiguo entre los más caros valores culturales de esta parte del planeta, de una parte, y de otra, la plástica de la danza de la Diablada al estilo local, peculiar y característico, enmarcada por la sonoridad melódica y rítmica de los sicuris.