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Hay días que amanecen grises en la calle y en el alma.
Dias de buscar a tientas el sol que nos alumbra por dentro.
Y no lo hallamos!
Es alli donde debemos recordar que es solo el Señor el que nos ayuda, llena, protege y sacia.
Su amor misericordioso nos acoge para aliviar nuestro dolor.
El Señor No es indiferente ni insensible.
La pérdida de uno solo de sus hijos hiere su corazón compasivo.
Para Él cada uno de nosotros tiene tanta importancia y valor como todo el conjunto de la humanidad.
Nadie queda excluido. ¡ TU TAMPOCO !