"Y en la embajada no nos ayudaron mucho", ¡qué raro! lo que me extraña es que les abrieran siquiera la puerta conociendo como las gastan "nuestros diplomáticos". Cuando hasta de rodillas deberían recibir, no ya ayudar, a estas familias, que son un ejemplo de humanidad para todos. De humanidad y de honradez y generosidad cristiana porque hacen el bien sin pedir recompensa a cambio. Que Dios nuestro Señor les de mucha salud para ver crecer a sus preciosas hijas.