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Historia de la psicopatología para clínicos
Tema 20: La melancolía
Parte 5: ¿De qué goza el melancólico? Autorreproche: su función y lugar en lo generacional
Por el Dr. José María Álvarez
En «Duelo y melancolía» (1914), Freud intuyó con perspicacia que el melancólico exhibía con notoria desvergüenza el autorreproche, el síntoma más llamativo. Pero lo interpretó al revés, esto es, como una acusación o reproche a otro «al que amó, ama o amaría». ¿Se puede situar ese reproche a la figura amada en un lugar pretérito de la historia familiar? ¿Ese lugar es en origen un vacío, un silencio, una ruptura en la cadena de transmisión generacional producido por algo en relación con lo traumático? ¿Un lugar de identificación masiva a un objeto perdido, a un duelo imposible, a una pérdida cuando no corresponde? ¿La función del autorreproche consiste en denunciar y mantener vivo en la memoria algo pendiente, alguna deuda por saldar que reclama una palabra o un sacrificio?
El autorreproche, visto así, es una forma de gozar muy característica del melancólico. Aunque aparentemente se confiesa culpable, inconscientemente apunta a otro lugar, a otro ascendiente, a una tragedia sin resolver, a un secreto que ocupa todo el inconsciente familiar. Se trata de un sufrimiento masoquista, sí, pero un sufrimiento que daña de forma sádica a las personas que lo rodean.
¿Hay alguna similitud o contraste de este tipo de funcionamiento con la función del delirio en la paranoia? Según señaló S. Tisseron, lo que en la primera generación no se dice, en la segunda no se nombra y en la tercera no se piensa; al contrario, se actúa o encarna. En las familias muy endogámicas, las de nuestros abuelos y padres, las de la España rural y pobre, con un narcisismo familiar muy marcado, la elaboración de las pérdidas se complica. Los traumas, en cambio, por sí solos pueden herir de muerte al sistema familiar. Sea por el primer motivo o por el segundo, o quizás por los dos, las pérdidas no se duelen y se melancolizan. ¿Un duelo no dicho, silenciado en la primera generación puede melancolizar a las siguientes generaciones? El autorreproche pone una palabra donde antes no la hubo, señalando el suceso silenciado y traumático, acusándose y conectando la culpa al ser, cual chivo expiatorio, pero compartiéndola con el otro de manera desvergonzada. El melancólico tiene la certeza de que es culpable. Pero también la tiene de que el Otro le ha condenado.
Con la participación de Carlos Fernández Atiénzar (psiquiatra y autor del libro Melancolía. Clínica y transmisión generacional, Xoroi, 2019)
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