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Para finales del siglo XIX, la antes conocida como Capilla Vieja, hoy templo del Refugio, se encontraba en ruinas y circundada por calles desoladas y criminosas. En tiempos del arzobispo Pedro Loza y Pardavé, la antigua finca se encontraba literalmente en ruinas; su templo estaba a medio construir y sus muros no alcanzaban los tres metros y por dentro la invadían los escombros y las ortigas.
Por economía e incluso por decencia, se antojaba demoler el inmueble y limpiar el lugar, más no fue esta la lógica ni el sentir del arzobispo Loza ni la del fraile del convento de Zapopan, Pascual del Niño Jesús Avelar.
El fraile era confesor de las hermanas María, Librada y Matías Orozco; estas mujeres estaban muy interesadas en establecer una congregación de Terciarias Franciscanas. Pascual del Niño Jesús acogió la inquietud de las hermanas y le hizo la debida solicitud al arzobispo Pedro Loza.
El Arzobispo dio su consentimiento y para concretar su establecimiento donó la Capilla Vieja.
Aquella finca abandonada y ruinosa fue reconstruida en poco tiempo y habilitada como convento y casa de caridad. El 4 de agosto de 1885 la bendijo el propio arzobispo Pedro Loza y el 4 de agosto de 1889 empezó a darle abrigo a desamparados y pobres.
La modernización de la ciudad, el trazado y ensanchamiento de avenidas, dieron cuenta de aquel convento dedicado a la asistencia, de él sobrevivió, por una verdadera proeza de ingeniera, sólo la iglesia.
Concluida en 1900, la Iglesia del Refugio formaba parte del convento, y ahora es un ejemplo casi único de un templo situado sobre el camellón de una importante y concurrida avenida.
Siendo más precisos, la Iglesia del Refugio se sitúa en el camellón central de la Avenida Federalismo, donde se encontraba la antigua calle del Moro. Esta calle fue ampliada para abrir la avenida. El proyecto de ampliación inició en 1974 y concluyó al año siguiente, su realización demandaba la demolición de varias fincas; en la lista de ellas estaba la Iglesia del Refugio.
Para ampliar la avenida se demolieron 234 casas y fincas en general, localizadas alrededor del trazo vial, entre ellas cayeron algunas de cierto valor histórico y arquitectónico como el “Castillo”, una construcción del siglo XIX tipo chalet.
Demolerla resultaba sencillo, pero los encargados optaron por una solución más ingeniosa que salvó al Templo del Refugio de los trascabos y aplanadoras. Debajo de la Avenida Federalismo se construyó un complejo de túneles en los que -de 1976 a 1988- transitó un servicio de trolebuses. Vale decir que estos camiones eléctricos aún circulan por ciertas calles del centro de Guadalajara y aledañas a él.
A finales de los 80, del siglo pasado, se comenzaron las obras del Tren Ligero de Guadalajara; los túneles de la Avenida Federalismo fueron aprovechados para que en ellos circulara el tren urbano en su recorrido por las estaciones subterráneas de Ávila Camacho.
La Iglesia del Refugio, como se mencionó al inicio, sobrevivió a todos estos reacomodos urbanos, y en la actualidad, luce un porte esbelto y agradable, de austero estilo gótico que se manifiesta en la puerta de acceso y ventanas laterales de arcos apuntados, y en la graciosa torrecilla labrada toda en cantera, así como en el techo de dos aguas.
Las pilastras y altares de la nave son de cantera, mientras que el retablo del altar mayor es de metal dorado, y su figura, imitación de una puerta lateral de la catedral de Colonia, Alemania, exhibe un centro en el que aparece la imagen de la Virgen del Refugio, pintada al óleo, la misma que se colocó en la primera capilla hacia el año de 1889.