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Vigésimo Primer Suicidio
Y es como un morir la ausencia
-que fue tanta y tan brillante luz-.
La suya belleza y su inconstancia: el cuerpo -de su cuerpo-
en la delicia -aquella que fue tanta- y que la amé.
¿Para sólo sinfonía de un adiós y orquesta?
¿Y el amor, acaso, aquella dulce soberbia
de ser Dios, para luego esta miseria amarga
de ser nadie?. Un Sube y Baja abandonado
en medio del camino, y su síncope de vértigos
y cielos de montaña rusa, para al fin volar,
volar tan alto -lo que nunca fue volar-
sino solo, y nada más, haber caído: un golpe,
todo ha sido un golpe. Y luego la migraña taladrando
la cabeza, los fosfenos y tinnitus de la realidad: herida y náusea,
y piel en que no estás, como ya no están tus besos
que me han sido cercenados, como no está ya el abrazo,
-nuestro abrazo- que me fue amputado,
como un órgano fantasma -el corazón quizá-
que ya no está, pero que pulsa, punza y duele todavía.
Y todavía mata.
Ulises Córdova
PINTURA: LUIS R