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Tez clara, pelo negro y ojos verdes, así era el aspecto físico de la infanta Leonor de Castilla, hija de Alfonso X el Sabio, quien en el momento de su muerte, en 1275, se calcula que en torno a los 19 años, no padecía patologías previas. No se sabe de qué murió, pero por la rapidez en la que se produjo, según explica Juan Francisco Pastor Vázquez, profesor del Departamento de Anatomía de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid y responsable del estudio antropológico de los restos de la infanta, “pudo ser una enfermedad aguda, como una disentería o una bronconeumonía, ya que esas patologías no dejan marca en los huesos”. Son los primeros datos científicos que nos hablan de esta infanta, de la que poco se sabe, ya que no existe ninguna imagen de ella.
Estas son algunas de las conclusiones de los estudios antropológicos y de ADN (mitocondrial y nuclear) desarrollados de los restos óseos de una de las infantas, cuarta hija de los reyes Alfonso X de Castilla y Violante de Aragón. El estudio genético, desarrollado en la Universidad Complutense de Madrid y liderado por Sara Palomo Díez, acaba de ser publicado en la revista Genealogy. El estudio fue una petición de la Junta de Castilla y León al Departamento de Anatomía y Radiología de la UVa para que desarrollasen inicialmente un estudio antropológico de los restos óseos que se encontraban en el sarcófago en el Monasterio de Santo Domingo de Caleruega (Burgos) que iba a ser restaurado.