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“Un mate en la vereda” Es una idea simple, que a fuerza de repetirse cada primer domingo del mes ganó popularidad y hoy en día es esperada por los vecinos de Ramos Mejía.
Un domingo de enero Pablo y yo salimos a tomar mate en el zaguán, como lo hacía mi abuelo en esta misma casa. Invitamos a salir a los vecinos. Poco a poco se fueron sumando más familias y llegaron los niños a jugar en la vereda.
Hoy, enero del 2024, después de sostener esa actividad todo el año 2023, se transformó en un clásico. Es un rato en el que recuperamos el tiempo antiguo. Es un paréntesis en la vida enajenada. Es una celebración del encuentro por el encuentro en sí. Sin otro objetivo que el estar en comunidad. Cada quien aporta lo que sabe y comparte. Y llega la música y la danza en la vereda, y sentimos que el mundo se vuelve más habitable, más humano.
En un barrio, en una ciudad y en un país que a lo largo de su historia supo de violencias, de desconfianzas y de oscuridades, este espacio en Ramos Mejía invita desde su pequeño lugar, desde su pequeño mundo, a encontrarse, a reconocerse en el otro, a saludarse en la diversidad, a aprender, a respetarse, a convivir, a crear y recrear formas de relacionarse. A compartir con humildad lo que se sabe y a alegrarse por la compañía de otros.
Es algo insólito, pero ocurre con regularidad en mi barrio. En la calle Avellaneda entre Caseros y Berutti. La infancia ha vuelto a jugar en la vereda cada primer domingo del mes al atardecer y los vecinos nos reencontramos.
Vivo en este mundo gracias a que puedo inventar otro. Paulina.