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V Domingo de Cuaresma, Ciclo B.
“si el grano de trigo, sembrado en la tierra, no muere, queda infecundo”
Jn. 12, 25
Frente a Dios “se necesitaba mucha confianza para dejarle actuar y ponerse en sus manos (J. Pagola). Jesús logró identificar lo que llena de contenido y de sentido su vida: donarse. Sabiendo que de este modo se libraría del egoísmo infecundo.
Hoy las libertades individuales han creado en nosotros una especie de rebeldía que nos mueven a seguir nuestros propios criterios aun contrariando la autenticidad del proyecto de Dios en cada uno. Una misión vivida con pasión y entrega se convierte en semilla que germina es fecunda y da frutos.
No se puede engendrar vida sin dar la propia. No es posible ayudar a vivir si uno no está dispuesto a “desvivirse” por los demás. Nadie contribuye a un mundo más justo y humano sin renunciar a su propio bienestar. Nadie trabaja seriamente por el reino de Dios y su justicia, si no está dispuesto a asumir los riesgos, rechazos, conflictos y persecuciones que sufrió Jesús al cumplir el plan de Dios.
Meditación por: Eduard Alberto Padilla Moncada, Pbro.
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