"Habiendo renunciado al amor y a la castidad, me di cuenta, por fin, que todavía me quedaba el libertinaje, que reemplaza muy bien al amor, que acalla las risas, restablece el silencio y, sobre todo, confiere la inmortalidad. En cierto grado de embriaguez lúcida, acostado, tarde en la noche, entre dos muchachas y vaciado de todo deseo, la esperanza ya no es una tortura; vea usted, el espíritu reina sobre el tiempo y el dolor de vivir termina definitivamente. En cierto sentido, yo había vivido siempre en el libertinaje y nunca había dejado de querer ser inmortal." La Caída - Albert Camus