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«El que tenga sed, que venga a mí y beba el que cree en mí».
Señor Jesús,
Tú eres la fuente donde bebo y me lavo, como tu Madre Inmaculada lo pidió a
Bernardita: «Vaya a beber y a lavarse en la fuente».
Señor Jesús,
siguiendo los pasos de Bernardita, beberé en esta fuente donde tantos pobres y pecadores beben y encuentran frescor; tantos enfermos encuentran esperanza y dulzura; tantos peregrinos dejan sus preocupaciones.
Como ellos, nos dirigimos a Ti, acepta nuestra sed de verdadera felicidad,
Tú, la fuente viva que nos das el Espíritu para vivir como hijos de Dios. Amén.