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Pedro Costa ingresa en los años 70 a la Escuela Superior de Teatro y Cinema de Lisboa, donde es alumno de cineastas como Antonio Reis, Paulo Rocha y Alberto Seixas Santos. Destaca en su generación como uno de los innovadores de la docu-
ficción al lograr captar la realidad al mismo tiempo que introduce elementos ficticios en sus seis largometrajes con los que renueva los principios del cine directo y del Novo Cinema Portugués.
Para Casa de lava en 1994 Costa filma en Cabo Verde y, cambiando lo planeado, termina haciendo una película sobre los habitantes de la isla. De regreso en Portugal, Costa llega al barrio de Fontainhas para entregar encargos que sus amigos africanos le han encomendado. A partir de esto, el barrio y sus habitantes se convierten en los protagonistas de sus películas.