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La insuficiencia aórtica (IA) se define como una incompetencia de la válvula aórtica que supone un déficit en su cierre, lo cual provoca que parte del volumen sistólico regresa al VI durante la fase diastólica del ciclo cardíaco.
Atendiendo a la forma de presentación (aguda o crónica) y de la etiología subyacente (afectación de la propia válvula o secundaria a enfermedades de la aorta), las causas de la IA se pueden clasificar en Enfermedades de la válvula aórtica y Enfermedades de la raíz aórtica y aorta ascendente.
La sobrecarga de volumen a la que se ve sometido el VI en presencia de una IA severa crónica produce un incremento de la contractilidad miocárdica (ley de Frank-Starling) y conduce a la dilatación progresiva del VI, definida como el aumento del volumen telediastólico. La dilatación del VI limita por un lado el aumento de la presión telediastólica y conlleva por otro lado el incremento de la tensión parietal del VI. Tanto la dilatación como el aumento de la tensión parietal que se desarrollan producen un incremento de la poscarga del VI. Con el objetivo de contrarrestar este aumento de la poscarga, el espesor de la pared miocárdica aumenta (ley de Laplace). La HVI será en un principio concéntrica, y adquirirá una distribución excéntrica a medida que se dilate el VI. Con todo ello se logra un incremento del volumen sistólico, compensando el volumen regurgitante aórtico y ayudando a preservar el gasto cardíaco.