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TAV en su representación original era una marca, y más específicamente una cruz. Simboliza la verdad. El término SHÉKER, mentir, se compone de las 3 letras que en el alfabeto anteceden la TAV (una SHIN, una KUF, y una RÉISH). ÉMET o verdad en hebreo, está compuesta en tanto por la primera, la media y la última letra del alfabeto (una ÁLEF, una MEM y una TAV). Los sabios explican que las letras del vocablo mentira son seguidas, en tanto las del término verdad son espaciadas, porque muy a nuestro pesar, mentir es más común que decir la verdad. Atendiendo a su estructura, cada una de las letras del término SHÉKER, se apoyan además en una sola pata, mientras que las del término ÉMET, se apoyan en 2. La mentira es endeble, débil, y está destinada a perecer. La verdad nos afirma y está destinada a permanecer y prevalecer.
Al suprimir la ÁLEF del término ÉMET o verdad, nos queda la palabra MET, o muerte. Siendo la ÁLEF tipo de la divinidad, la enseñanza es que si dejamos a Dios fuera de la verdad, la consecuencia será un daño grande, incluso la muerte. Remover a Elohím, el Dios de Israel de la búsqueda de la verdad, resulta en una verdad muerta, una ÉMET MET, como sería el caso de una verdad sólo intelectual, no espiritual. “De palabra de mentira te alejarás” exhorta el libro de Éxodo (Éx23:7ª). Debemos distanciarnos de la palabra falsa, de la mentira, de la muerte, de la ausencia de Dios en la vida. Vivir sin Dios o dejando afuera a Dios, es vivir la más grande mentira.
El Salmo 119 declara por el contrario: “La suma de tu palabra es verdad” (Sal119:160ª). El concepto en el idioma original hebreo es que la cabeza (ROSH) o el comienzo de la Palabra es verdad. El comienzo de la Palabra, de la Biblia, de la Torá, es Génesis 1:1. A la expresión “En el comienzo” de Génesis uno le siguen la palabras: “creó Dios los…” Al juntar en hebreo las 3 últimas letras de estas 3 palabras, la “o” de creó, la “s” d Dios y la “s” de los, en hebreo equivale a una ÁLEF, una MEM y una TAV = ÉMET, verdad. Lo que el libro de Génesis está relatando es la verdad. Es verdad que en el comienzo creó Dios los cielos y la tierra.
Asimismo, el versículo 3 del capítulo 2 de Génesis concluye el relato de la creación. Sorprendentemente, al juntar las últimas letras de las 3 últimas palabras del versículo, se vuelve a formar el término ÉMET o verdad. El relato de la Creación de Génesis es ÉMET, es Verdad. La Palabra toda es Verdad, y hay que atenderla.
Esto nos anima a perseverar en la Palabra, a “caminar” en ella, concepto validado por la estructura misma de la TAV a través de la "patita" en la que se sostiene. Jesús habló de perseverar en acción, él dio ejemplo cuando “afirmó su rostro para ir a Jerusalén” (Lc9:51) y morir en el madero, cumpliendo el propósito para el cual había encarnado en el vientre de María. Morir en la Cruz del Gólgota era su verdad. Diez capítulos más adelante, el Evangelio de Lucas refrenda la actitud del Señor, al declarar: “Iba delante subiendo a Jerusalén” (Lc19:28).
Error o pecado en hebreo es JÉIT. Si adicionamos una TAV a este vocablo, obtendremos en hebreo la palabra JATÁT, es decir: la ofrenda por el pecado. Jesús, la Verdad, es nuestra ofrenda por el pecado. “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2Co5:21).
Hay una oración del Shabat en el judaísmo que comienza desde la TAV, la última letra del alfabeto, y recorre todo el ÁLEF-BET (el abecedario) al revés, hasta finalizar en una ÁLEF, la primera letra. Esta oración intenta hacernos reflexionar que mientras la perspectiva humana es leer el alfabeto de la ÁLEF a la TAV, la perspectiva de Dios es diferente, y va de la TAV a la ÁLEF. La cruz, la verdad, la ÉMET, la TAV, es locura para el hombre, pero salvación y sabiduría de Dios (1Co1:21-25). Como dijo Jesús también: “Lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación” (Lc16:15c).
Si como nuestro Maestro perseveramos, persistimos en la verdad, lograremos conquistar, como Él, el propósito para el cual estamos en la tierra. La TAV es la última letra del alfabeto. Después de ella, sólo nos resta comenzar con la primera letra una vez más, la ÁLEF, tipo de Dios. Es decir que perseverar en la Verdad, en la marca, en la cruz del Mesías, nos lleva a Dios, a los brazos del Padre, nuestro destino eterno, nuestra última verdad. “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mi” (Jn14:6). “Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último” (Ap22:13).
Jesús es la ÁLEF y la TAV. Jesús es cada letra del alfabeto hebreo.