27 Julio 2024-Sábado 16º Ordin-Ciclo B-Mt 13, 24-30-Es bueno que el mal y el bien convivan juntos

EVANGELIO DEL SÁBADO 16º DEL TIEMPO ORDINARIO, 27 DE JULIO 2024-CICLO B: Mt 13, 24-30: «ES BUENO QUE EL MAL Y EL BIEN CONVIVAN JUNTOS». Como que este Evangelio no es para niños, porque no van a entender lo que Jesús nos dice. Quizá es para el resto: Para los jóvenes porque ellos dicen: "¿por qué me tiene que pasar lo que no quiero que me pase?". Para el viejo que dice: "Siempre lo mismo". Y el ancianito dice: "¿Te acuerdas?, cuando éramos jóvenes nos pasaba lo mismo", etc. etc. Para consuelo de todos, Jesús nos da la respuesta: "La buena semilla sí puede convivir con la cizaña. Y toda la vida hasta el tiempo de la cosecha".
NOS TOCA SABER CONVIVIR CON EL MAL. Cuando Jesús nos está explicando que Él no plantó la cizaña, nos quiere decir que nosotros somos buena semilla y que nos toca convivir con el mal. El mal está a nuestro lado y el mal también está dentro de nosotros muchas veces, porque no es lo que viene de fuera lo que daña al hombre sino lo que viene de adentro. Es verdad que conmigo viven mis propios achaques y me toca soportarlos. Pero no es tanto problema. Me debe preocupar si fueran achaques del alma, porque querría decir que el mal no sólo convive conmigo, sino que ya se metió. Achaques del alma pueden ser tu orgullo, tu soberbia, la comodidad. Tu alma en vez de arrastrar, sería arrastrada. Cuando Jesús nos dice que el bien convivirá con el mal hasta el tiempo de la cosecha, nos quiere decir que tengamos paciencia, que lo dejemos en su sitio. Ser tolerantes con el mal no significa aceptarlo, sino vencerlo a fuerza de bien.
NOS TOCA ENSEÑAR CÓMO VIVIR CON EL MAL. Vivimos con el mal, pero nos toca enseñar a que nuestros hijos aprendan a convivir con el mal y aprendan a vencerlo. Aquí está la verdadera cuestión. Podemos enseñar a nuestros hijos con la palabra, con el ejemplo, pero no podemos tenerlos en una burbujita, porque no van a saber cómo vencer el mal. Preguntémonos si enseñamos por qué hay que hacer las cosas. Para todo hay razones, pero hay que darlas. No basta con que el papá exija algo porque es papá. El hijo cree a su papá, pero quiere que el papá le dé motivos y explicaciones de por qué hacer las cosas. No bastan las razones de autoridad. Se requiere las razones de razón. Cuando tú das razones, preparas a tus hijos para la vida, de modo que cada uno se sepa defender luego. Necesitamos enseñar para vivir entre el mal.
NECESITAMOS VIGILAR. Donde el peligro está, no hay que andarse metiendo. Nos toca enseñar a los demás a saber vigilar. Jesús nos lo dice y nos enseña a que no se puede vencer el peligro, sin agarrarnos de la mano de Papá Dios. No echemos la culpa a Dios de las caídas, porque la semilla que Dios sembró es buena. Más bien, estemos alertas para no aceptar que el mal haga nido en nosotros. La Sagrada Escritura nos cuenta que, desde el inicio de la historia, el mal acecha contra todos.
Y TAMBIÉN DEBEMOS ORAR. Somos semilla buena y debemos continuar siendo semilla buena. Para ello tenemos a la Virgen, como madre y protectora. Desde el inicio de la historia Dios predijo que sería nuestra defensora. Sigamos siendo hijos de Ella sin soltarnos nunca de su mano. Me toca ser perseverante en vigilar y orar, para que se cumpla lo que Jesús prometió: "De los que luchan es el Reino de los Cielos". ¡Bendiciones mías y de Papá Dios! P. Salvador Gómez, L.C.