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La soledad puede ser buena compañía y una excelente consejera.
Pero debes tenerla solo de amiga y no enamorarte de ella.
La soledad es despertarte de la nada a las tres de la madrugada.
Es preparar en el microondas una cena para uno recalentada.
Es escuchar el sonido del televisor hasta quedarse dormido.
Es mirar el celular para checar la hora que desde hace varios días no se ha movido.
La soledad eres tú mirando el paso del tiempo en tu reflejo.
Es perderse horas acostado mirando al techo.
Es compartir la cena con una sola silla en la mesa.
Es el silencio que hace los ruidos más fuertes en tu cabeza.
La soledad puede engañarte buscando llenar su espacio con cualquiera.
Arma de dos filos que te hace amarte o enamorarte de quien sea.
La soledad puede también ayudarte a curar tus dolores.
Pero si solo vives con ella puede hacerte de heridas la peores.
Sentirte solo es una buena excusa para tomar malas decisiones.
Pero es necesario el momento de soledad para tomar las mejores.
Puedes tener al mejor amigo o el peor enemigo contigo estando a solas.
Puedes hacerte inmune al frío o hacerte la más fría persona.
Puede en cada sentido aclarar cada uno de tus pensamientos.
O hacer que los ruidos en tu cabeza sean los peores tormentos.
La soledad es hacer de todo y sentir que no haces nada.
Es contarle al del espejo las cosas que a nadie contabas.
La soledad es rodearte de tanta gente que sientes que quieres estar solo.
Es caminar a tu paso sin acoplarte a la marcha de cualquier otro.
La soledad es esperar la llamada que sabemos no va a llegar.
Es dejar la puerta sin seguro por quien sabemos que a nuestra vida ya no va a entrar.
La soledad es frío, es ahogo, es alivio, es apego y desapego, a veces todo.
La soledad es estar contigo mismo y un día saber que no se está tan solo.