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El Miércoles de Ceniza se celebra en Portugalete el "Entierro de la Sardina" que por sus originales y peculiares características se le considera único en todo el País Vasco.
Su origen se remonta a principios del siglo pasado con el naufragio del vapor británico Avlona el 8 de marzo de 1901 en la entrada de la ría, en el que fallecieron todos los tripulantes y la esposa de su capitán. Un atrevido buzo portugalujo, Víctor Urrestarazu, recuperó la campana del buque cuyo lamento acompañó sus últimos momentos.
El buzo, asiduo chacolinero, asoció su campana a las castizas celebraciones que se organizaban en el chacolí de don Félix Chávarri, en la travesía de la iglesia, con motivo del final del carnaval. Finalmente terminó creándose un pequeño festejo en el que un grupo de marineros con ropas de agua salían en cortejo, con una sardina gallega (en salazón) clavada en un pequeño ataúd, con el buzo tañendo la campana del Avlona y entonando una canción a la vez tétrica y sarcástica.
En la actualidad el cortejo se inicia con un marinero que porta una gran cruz de madera flanqueado por otros dos con bicheros y farolillos, seguidos de otro tañendo una campana. A continuación desfila el ataúd con la sardina y unas andas con una gran sardina de cartón disfrazada y el maestro de ceremonias con un numeroso séquito de plañideras con velas, vestidas de luto riguroso, y de marineros con bicheros y farolillos ataviados con los típicos trajes de agua amarillos. Cierra el cortejo la banda municipal.
El trayecto se inicia en el Cantón de la iglesia de Santa María, recorre varias calles del centro y del casco antiguo y finaliza en la plaza del Solar prendiendo fuego a la sardina de cartón y a unos fuegos artificiales que cierran el espectáculo. Tanto al inicio, como al final, así como en diferentes lugares del recorrido, los participantes y espectadores cantan la popular y antigua canción portugaluja del Entierro de la sardina:
Una cruz, una palma y un sepulcro
estos son los instrumentos funerales.
La mansión donde todos son iguales
y que estamos obligados a seguir
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Coro:
Allí no hay clases, ni excepción ninguna.
Quien rige al grande, también rige al chico.
Una lápida de mármol para el rico
y un puñado de tierra al infeliz
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No tengo, no tengo padre ni madre
ni quien me, ni quien me asista al morir
y hasta las mismas piedras que yo piso
se rebelan, se rebelan contra mí
Coro
Solo tú, solo tú bien de mi vida
rezarás, rezarás una plegaria
con el hacha, con el hacha funeraria
que me alumbre, que me alumbre al expirar
Coro
Pobre sardina que muerta estás
al cementerio te han de llevar.
Pobre sardina que muerta estás
al cementerio te han de llevar.