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El Rey de Inglaterra Enrique VIII tenía seis esposas. La gente que sabe esa parte de la historia cree que conoce a Enrique. Normalmente se lo describe todo hinchado y con papada, pero lo que la gente olvida es que no empezó de esa manera. Dada la tasa de mortalidad infantil en el siglo XVI, es un milagro que alguien, de la realeza o no, haya sobrevivido hasta la edad adulta. Y la edad adulta en sí misma tampoco era un camino largo, ya que, en promedio, la gente abandonaba esta vida mortal antes de cumplir los 40.
Enrique, sin embargo, fue un gran afortunado, nacido en la realeza y sano. Normalmente se le describe en su juventud como guapo y atlético. Se las arregló para gobernar Inglaterra durante unos 38 años antes de que el vino, las mujeres, el cerdo y la falta de actividad física le pasaran factura. Las biografías atribuyen el punto de inflexión en el deterioro de su salud a una lesión en la pierna que sufrió practicando justa. Su caballo lo aplastó, dejándolo inconsciente por dos horas, y finalmente mucho menos activo de lo que solía ser. Su apetito lo llevó a consumir 5000 calorías diarias, muchas de ellas consistentes en carne y vino tinto. Su circulación era terrible, especialmente en las piernas, que se deterioraron llegando a ser como dos patas de cerdo varicosas. Más tarde terminaría siendo transportado en una silla, y en lugar de cazar ciervos, ordenaba que se los dirijan hacia él en manada para poder dispararles.
A medida que el peso de Enrique aumentaba, su salud seguía decayendo, y nada parecía ayudar. Ni siquiera los más modernos procedimientos médicos, como la sangría en conjunción con las fases de la luna. O sea, sí. Lo intentaron todo.
Entonces llegó el 27 de enero de 1547, el día de su juicio final. Todo el mundo sabía que se estaba muriendo, pero nadie estaba dispuesto a decir las palabras en voz alta. Se consideraba traición predecir la muerte de un rey. Sin embargo, estaba claro que el rey estaba cerca de la muerte, así que Sir Anthony Denny tuvo la poco envidiable tarea de sugerir que Enrique tal vez querría examinar su conciencia para hacer las paces con Dios. Enrique pasó tiempo con su confesor y recibió la Sagrada Comunión.
Enrique proclamó que creía que "Cristo en toda su misericordia" le perdonaría sus muchos pecados, pero incluso él reconoció que había mucho pecado en su pasado. Después de todo, las esposas y los consejeros reales no fueron las únicas personas que Enrique ejecutó durante su reinado. Algunos historiadores sugieren que hasta 72.000 personas murieron por orden de Enrique durante sus casi 40 años en el trono.
A pesar de este gran número de muertes, la evidencia sugiere que el Rey Enrique VIII de Inglaterra creía en Dios. Antes de que tuvieran su famosa pelea, el Papa había declarado a Enrique "Defensor de la Fe", por los escritos del monarca en oposición a Martín Lutero. No debería sorprender, entonces, que la vida después de la muerte ocupara su atención mientras pasaba lentamente de esta vida a la vida eterna.
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