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“¡¡¡ VAYA, VAYA, AQUÍ NO HAY PLAYA!!!”. Esto cantaba el grupo “Los Refrescos allá por 1986 para destacar las virtudes e inconvenientes de Madrid.
El lugar de ensueño que vamos a mostraros no tiene playa, pero como si la tuviera, ya que en verano no sólo de playa vive el hombre.
Nos dirigimos al norte de la provincia de Huelva, casi frontera con Portugal, a las estribaciones del Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche, ni más ni menos que a Cañaveral de León.
Dicha localidad, pequeño municipio de 428 cañeteros, conserva la esencia de la arquitectura árabe. Sus calles empedradas y sus artísticas plazas mantienen la sintonía de los pueblos de la sierra, siempre enmarcados en un precioso paisaje de encinas, olivos y alcornoques, con el sentir de los andares de piaras de cerdos ibéricos.
Uno de nuestros acompañantes, buen conocedor de la zona, nos estuvo explicando parte de la historia de este bello municipio. Así nos dijo que esta villa tiene su primera constancia en la historia a mediados del siglo XIII, cuando es reconquistada a los musulmanes. Tras la lucha, toda la sierra pasa a formar parte del reino de Sevilla, salvo Arroyomolinos y Cañaveral. Ambas formarían parte de la gran provincia de León que la Orden de Santiago constituyó en Extremadura. Ambas poblaciones añadieron el sufijo “de León” por tal menester. Para Cañaveral, además su nombre es clara asociación manantiales-cañaverales.
Los orígenes de la villa se remontan al 30 de diciembre de 1588, cuando Felipe II le otorga el título de villa, a cambio del pago de una cuantiosa cantidad de dinero por cada habitante.
La villa, con privilegios de Jurisdicción propia, siguió perteneciendo a Badajoz hasta la actual división provincial de España en 1833, que la enmarcó en la provincia de Huelva.
Tras refrescar un poco la garganta y con un calor seco y serrano impresionante, seguíamos escuchando al acompañante mientras paseábamos por el pueblo. Pasamos por la Iglesia Parroquial Santa Marina La Mártir, fundada bajo el patrocinio de la Orden de Santiago, de envergadura arquitectónica y encalada.
Hablando de sus fiestas nos comentó que el Patrón, San Sebastián, se celebra en torno al 20 de enero; que la Romería en honor de Santa Marina se celebra el primer sábado de julio en la rivera de Montemayor, a 3 kilómetros del núcleo de población; y la fiesta grande en honor a su Patrona, “Santa Marina”, una santa de origen gallego, se celebra a mediados de julio.
Acabando el paseo llegamos a una hermosa plaza de artísticos empedrados. Allí se ubica La Laguna, una alberca de gran tamaño. Nuestros ojos no daban crédito viendo aquel escenario; jamás habíamos visto nada igual, la plaza principal convertida en una piscina, casi del tamaño de un campo de fútbol y una capacidad de unos 8.000 litros de agua. Se trata de una manera de evitar el éxodo veraniego de los habitantes de la zona; la idea es relativamente nueva pero la base es antigua.
“La Ruta del Agua” es el reclamo turístico por excelencia de Cañaveral de León, y a su vez su mayor patrimonio.
En Cañaveral de León existe uno de los manantiales más importantes del parque natural. Origen y a su vez fuente de abastecimiento de la población. Nos referimos al manantial de la Fuente Redonda, que da origen a uno de los sistemas hidráulicos más representativos de la cultura del agua.
“La Ruta del Agua” comienza en el manantial de la Fuente Redonda. Esta fuente se alimenta de un acuífero situado bajo las casas cercanas, invitándonos a disfrutar de las características de la cultura árabe. Esta agua discurre por una acequia, El Pilar, hasta La Laguna, donde desemboca. La alberca de La Laguna canaliza las aguas hasta la Calleja del Agua. Toda una red de canales por la que el agua fluye desde hace siglos.
Muchos lugareños y visitantes pueden sofocar el tórrido calor veraniego en esas más que frescas aguas.
Gracias a Javier, padre e hijo, a José Antonio (el catalán) y por supuesto al Sr. Aranda por su maestría en la únión de vuelo y texto. Fue una jornada memorable, camaradería y buen yantar estuvieron siempre juntos.
"Una imagen vale mas que cien palabras". Viene esto al cuento cuando visionamos las imágenes y nos fijamos en La Laguna y en la piscina que está junto a ella, inmediantamente comprendemos la diferencia que existe entre propiedad pública y privada.
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