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El Pucara era un juego tradicional que se celebraba hasta hace unos cuarenta años en algunas comunidades campesinas e indígenas del Azuay como San Juan y Jadán pertenecientes a Gualaceo; Tarqui, el Valle y Quingeo del cantón Cuenca y Ludo del cantón Sigsig. El juego se lo practicaba únicamente en los días de carnaval y consistía en la conformación de dos bandos rivales que se enfrentaban el uno contra el otro, las armas de combate eran las hondas o guaracas que eran giradas para dar impulso a un proyectil que podía ser de piedra, hueso, una bola de metal, una concha grande o, hasta panela tratada.
Como protección cada jugador llevaba un sombrero muy grande y ancho llamado angarón o cobijón de1.20 mts aproximadamente hecho de cuero de res no curtido, como protección adicional se usaba más ropa de la ordinaria, por ejemplo las mujeres llevaban más polleras para suavizar los golpes. Antes del combate se consumía abundante chicha.
Para iniciar los dos bandos pucareros se acercaban y lanzaban proyectiles inofensivos como tusas y al llegar a una distancia adecuada se daban los enfrentamientos en parejas, primero se enfrentan los dos mandones o jefes que intercambian hasta cuatro golpes con la huaraca que iban dirigidos a la cabeza, mientras el contrario se escudaba con el angarón, luego se enfrentaban el resto de parejas que podían ser hasta nueve.
Cuando un oponente caía al piso se entendía como rendición, por lo que los del equipo contrario se acercaban a quitarle la huaraca y el sombrero para llevarse como trofeo de guerra, los heridos eran curados y entregados a las familias en la tarde y si existían muertos estos eran enterrados sin dar aviso a las autoridades, pues esto no se consideraba un crimen.
Este juego era para las comunidades un rito de fertilidad, la sangre vertida en la batalla, era considerada como necesaria, puesto que auguraba buenas cosechas a los vencedores y malas a los que han experimentado pérdidas humanas.