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Hace algunos años atrás, cuando me reuní nuevamente con mi hermano Otto Eduardo luego de un largo período que él estuvo fuera del país, él me comentó que cada vez que él había escuchado esta canción en el extranjero, él siempre se recordaba de mí, su hermano menor.
Desde ese día, siempre que yo escucho esta canción, vienen a mi memoria todos esos buenos recuerdos de los momentos que he tenido el privilegio de compartir con mi hermano desde que éramos niños. Hermano a quien admiro por sus sueños, su apasionante espíritu aventurero, sus fascinantes anécdotas, el conocimiento que tiene en cuanto a Historia, Geografía y Letras; pero por sobre todo, su gran corazón que se manifiesta en su gran bondad, humildad y cariño por la familia.