El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2020

Nos enfrentamos a una lucha mundial contra uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo.
Cinco años después de haber asumido el compromiso de erradicar el hambre, no vamos por el buen camino si queremos alcanzar nuestros objetivos para 2030.
En un año el hambre crónica ha aumentado en 10 millones de personas; en cinco años, cerca de 60 millones.
Casi 690 millones de personas pasaron hambre en 2019; las cifras más altas se registraron en Asia y el aumento más rápido se produjo en África.
Si se mantiene esta tendencia, en 2030 más de 840 millones de personas padecerán hambre, y África superará a Asia como la región más afectada.
La pandemia de la COVID-19 podría sumar otros 100 millones de personas o más a esta preocupante cifra.
Superar el hambre es solo una parte del problema. Hay 2 000 millones de personas que no tienen acceso regular a suficientes alimentos inocuos y nutritivos.
En 2019, 144 millones de niños menores de cinco años padecían retraso en el crecimiento y 47 millones padecían emaciación.
No estamos en vías de cumplir las metas fijadas para 2030 en cuanto a retraso en el crecimiento infantil, insuficiencia ponderal y lactancia materna exclusiva.
Los países también se enfrentan a una carga cada vez mayor de la obesidad vinculada a la mala calidad de las dietas, que afecta a 676 millones de adultos obesos.
En todo el mundo, muchas personas padecen hambre, inseguridad alimentaria y malnutrición porque no se pueden permitir dietas saludables.
Incluso las dietas saludables más baratas están fuera del alcance de más de 3 000 millones de personas en el mundo.
En África Subsahariana y Asia meridional, alrededor del 57 % de la población no se puede permitir alimentos nutritivos.
Nuestros actuales hábitos alimenticios también están teniendo consecuencias nefastas para la salud y el medio ambiente.
Para 2030, los costos sanitarios asociados a la alimentación y derivados de la mortalidad y las enfermedades no transmisibles podrían superar los 1,3 billones de dólares de los EE.UU. al año. Por su parte, los costos asociados a la alimentación y derivados de las emisiones de gases de efecto invernadero podrían superar los 1,7 billones de dólares de los EE.UU. al año.
En este momento en que el mundo lucha contra la COVID-19, no podemos permitir que la pandemia detenga la lucha mundial contra el hambre y la malnutrición.
Para lograr un mundo libre del hambre y la malnutrición para 2030, los países deben transformar los sistemas alimentarios y aumentar la asequibilidad de las dietas saludables.
El cambio hacia dietas saludables podría reducir los costos sanitarios directos e indirectos hasta en un 97 %, mientras que los costos sociales de las emisiones de gases de efecto invernadero se reducirían hasta en un 74 %.
Debemos garantizar que disminuya el costo de los alimentos nutritivos.
Si el mundo entero cambia hacia dietas saludables, tendremos una oportunidad real de erradicar el hambre y la malnutrición, de una vez por todas.
Tenemos que actuar ahora para reconstruir mejor y marcar la diferencia en las vidas y comunidades de todo el mundo.
Subscribe! kzbin.info_c...
Follow FAO on social media!
* Facebook - / unfao
* Instagram - / fao
* LinkedIn - / fao
* TikTok - / fao
* Twitter - / fao
* Weibo - www.weibo.com/unfao
© FAO: www.fao.org #SDGs #Agenda2030 #GlobalGoals