Hola maestro Ernesto, amigo Juan e invitados. Me atrevo a comentar que, esa inexistencia de marco común entre los maestros -a la que se refiere Ernesto- y que no permite la escucha entre maestros, tiene una repecusión muy sensible en la calidad de la educación en nuestro país. Nos quedamos huérfanos de un orden que nos convoque a enriquecer los recursos para los objetivos de la formación en diversas áreas, cuestionar y reformular los programas, además del crucial cuestionamiento sobre la identidad de los individuos como ciudadanos de Colombia... creo que en la cuestión educativa mientras más amplia se hace la comunidad, más enriquecida puede ser. No tengo exactamente las palabras más adecuadas, pero lo que siento es que los maestros responden como pueden al caos que ya de por sí tenemos arraigado en nuestra sociedad colombiana. En eso están las diferencias económicas, el acceso a diferentes recursos, y las dificultades de diversos contextos a los que se enfrentan los maestros. Desde mi experiencia, no como maestra de mucha experiencia, sino como interesada en el tema, la conversación de hoy, me suscita ciertas comparaciones de las observaciones que hice tras mi educación en otro país, donde había cierta homogeneidad que facilitaba la discusión de marcos comunes entre los maaestros, la comunicación entre las escuelas, instituciones técnicas y universitarias que generaban una conducción más orgánica del paso de una a otra instancia, y una distinción muy valiosa e importante de la figura del maestro como garante de la calidad, que hacía correr de manera más amplia, el deseo de muchos por disponerse a esta vocación. Entonces, un poco para resumir compartiré algunas de varias de las preguntas que me estoy haciendo: ¿De qué manera es posible poner por centro en la conversación de los maestros, un marco común en una sociedad con tantas diferencias? ¿Desde dónde debe nacer el orden que proponga ese marco común de discusión de los maestros? Abrazos y gracias por la iniciativa y la invitación a comentar.