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"En algunas cosas soy bastante indiferente y, en otras, desde luego, me hago el indiferente. ¿Quién no se ha hecho el indiferente alguna vez? Soy indiferente en cuestiones de oficina, digamos. Cuestiones que tienen que ver con los trámites, con los horarios, con la rutina, con los contratos. Eso me aburre mucho. Me importa poco, esa es la verdad. En cambio, no soy indiferente con lo artístico. Sí, sí... Si una cosa no me gusta me siento muy mal. Un error artístico que cometo, y cometo muchos, me pone mal."
"Uno siente que estas cosas, que tienen mucho de teatrales, son siempre como una prueba, tienen algo de circo. ¿Y si me caigo desde la cuerda floja? ¿Y si ante una prueba X fallo? Si trato de causar gracia mediante unos ciertos procedimientos y estos no funcionan, ¿qué pasa? ¿Qué pasa con ese silencio? ¿Qué pasa con la torpeza? ¿Qué pasa si me olvido de algo que estaba planeado? El famoso temor artístico: ese temor a que ocurra algo, algún accidente, algún hecho fortuito, que venga a demostrar que uno es un imbécil."