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Altas coreos termales que remataban con el puño en alto, monopolio de testosterona combinado con estribillos pegadizos y riffs montados sobre cabalgatas con un sabor demasiado evidente al Manowar de principios de los '90s; no esperes de Hammerfall cualquier manifestación de virtuosismo o algún acto de herejía que los pueda llegar a poner por fuera de los límites bien marcados de esa cancha llamada heavy metal. El quinteto sueco cumplió con su rol de armadores de la previa y dejaron un prometedor 'hasta pronto' que los traiga nuevamente en su papel de artista principal, pero para eso aún falta tiempo y un importante salto de calidad. Seguime en TW @Marianochoni