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II Domingo de Cuaresma, Ciclo B.
“Este es mi Hijo amado; escúchenlo”
Mc. 9, 7
Dios quiere transfigurarnos, quiere manifestarnos a su Hijo querido sólo exige que lo escuchemos. Sin embargo, la transfiguración contrasta con las tendencias de desfiguración que parecen acentuarse con más fuerza en la actualidad.
Hombres y mujeres desfigurados por los vicios, por el egoísmo, por la falta de auténticos valores, y lejos de asumir la propia responsabilidad de sus vidas y señalando a otros de ser responsables de sus desgracias. Vidas que reflejan el impacto del pecado, del sinsentido, de la desfiguración del proyecto de Dios en ellas.
Aunque vivamos en medio de contradicciones debemos esforzarnos por “vivir con los pies puestos en la historia y con la mirada en el Reino de Dios buscando transformar lo que afea la vida en la cotidianidad. Si manifestamos a Jesús en nuestras vidas, venceremos todas las desfiguraciones humanas. No nos dejemos desfigurar; transfigurémonos.
Meditación por: Eduard Alberto Padilla Moncada, Pbro.
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