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Aparentemente, todos quieren cambios rápidos, y sólo es en lo externo. Desean terminar inmediatamente con el hambre y las guerras, y en eso concordamos la mayoría de nosotros, pero en tanto haya división en nacionalidades, en creencias religiosas con sus dogmas, o fanatismos de cualquier índole; tendrá que haber conflictos. Cualquier forma de división, engendra antagonismo, rencor y odio. Queremos cambiar las cosas, pero sin llegar al propio corazón del problema, y el problema primero, esta en nosotros al no reconocernos en ello.. El corazón del problema, esta también en la educación. No estamos ni podemos estar, separando lo externo y lo interno. Nos interesa que fluya, igual que el movimiento total de la vida, y la educación, es parte de ese movimiento. Es la comprensión total del hombre y no el énfasis puesto sobre una parte de la vida, sea en las ciencias o en lo tecnológico, o en los medios de ganarse el pan de cada día.. La postergación de los problemas, fundamentalmente contribuye a una mayor superficialidad de la vida, de la existencia de cada día, y conduce a variadas formas de escape, estar distraído, es un escape, un no despierto, es lo cómodo de no cuestionar ni reflexionar, Es el cultivo de los temerosos, y de los defensores por disciplina, eso si..., para un orden que nunca tendrá armonía.