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En la cabeza de Juan Carlos Ortega hay una emisora de radio puesta patas arriba. En ella el homenaje adopta forma de parodia y cada tópico encuentra una distorsión descacharrante. El resultado es una originalísima declaración de amor a los clásicos radiofónicos y uno de los productos humorísticos más brillantes del momento. En la radio de Ortega los oyentes también preguntan si pueden saludar. A continuación, saludan a Morgan Freeman.