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Las chispa de la ira y de la cólera pueden quemarnos y abrirnos las puertas del infierno. Si, por el contrario, somos capaces de controlar estas emociones, se nos pueden abrir las puertas del paraíso.
No en el sentido literal, por supuesto (son conceptos mentales), sino en la transformación que podemos experimentar a través del uso de algunas herramientas.
Si no somos capaces de controlarlas y estamos constantemente en un estado de enfado, tenemos todos los números para tener una existencia infeliz, destinada a un deterioro gradual de nuestra salud general, tanto física como mental.
Si canalizamos bien esa energía con inteligencia y no nos dejamos dominar por ella, puede cambiar radicalmente nuestra percepción sobre todo lo que nos rodea.
En este cuento zen, el sabio maestro da una gran lección a un guerrero samurai que lo visita en busca de respuestas.
El guerrero, atormentado por las atrocidades que ha hecho en su vida en diferentes guerras, le pregunta sobre la existencia del paraíso y del infierno, pues teme pasar en este último sitio toda la eternidad.
Espero que te guste la historia.
Namasté.