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LA POESÍA Y LA LUNA
Organizado por el Instituto Confucio y el Seminario de Estudios Asiáticos de la Universidad de Granada, se ha celebrado el pasado 19 de octubre de 2013, el VI Recital de Poesía China en los jardines del carmen granadino de la Fundación Rodríguez-Acosta en las inmediaciones de la Alhambra de Granada.
Presentado por director del Seminario de Estudios Asiáticos, el profesor José Javier Martín, en el acto participaron destacados poetas, escritores, investigadores y profesores (Eva Velázquez, Qiao Yun, Antonio Praena, Rubén García, Pedro Enríquez, Zhang Zhengquan, Alicia Relinque, y Bu Shan) y la soprano y cantante Mariya Stikhun y la cantante y multi-instrumentista Abigail Horro especializada en música antigua y del mundo.
Recitaron poemas anónimos, de poetas chinos (Wang Wei, Zheng Guangzu, Li Bai, Du Fu, Bai Juyi, Zhang Ruoxu) y del poeta español ganador del Premio Nobel de Literatura de 1956, el moguereño Juan Ramón Jiménez.
El acto era para celebrar la Fiesta de Medio Otoño que tiene una tradición milenaria en la cultura china y se celebra el decimoquinto día del octavo mes del calendario lunar, siendo por tal motivo una fiesta que varia de fecha cada año y como su nombre indica, es a mitad de otoño. Por la noche de la Fiesta de Medio Otoño, la luna siempre es la más grande y llena de todo el año, y tiene un carácter de reunión familiar, donde se sigue la tradición de sentarse la familia y amigos cercanos a contemplar la luna y festejar la ocasión con frutas, pasteles de luna y un buen vino.
Para un escuchador de poesía occidental es difícil captar la emotividad y expresividad de los recitadores en lengua china, pero no fue óbice para disfrutar de su sensibilidad en el marco incomparable de este carmen granadino donde el juego de jardines, agua y farolillos chinos nos trasladaba con nuestra imaginación al soñado lejano oriente.
Los últimos rayos de sol se iban perdiendo en el horizonte y al mismo tiempo la majestuosidad de la luna llena, en todo su esplendor, se iba adueñando del lugar cuando la ciudad de los carmenes se quedaba dormida entre sus brazos, con un fondo de campanas de la cercana iglesia de Santo Domingo.