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Después de la Guerra mundial BMC comenzó a trabajar de inmediato en el coche más pequeño imaginable que fuese capaz de alojar a cuatro adultos cómodamente.
El equipo de diseño estaba capitaneado por Alec Issigonis, que, junto a otros dos diseñadores y cuatro delineantes tendrían un prototipo listo para 1957. Este nuevo coche sería revolucionario por sus soluciones técnicas en su motor. La longitud del coche era de apenas tres metros, y con el espacio interior como preferencia, la mecánica se alojaba en la parte delantera, razón por la que empleaba la versátil tracción delantera.
Bajo el pequeño capó, el coche montaba un motor de cuatro cilindros montado de manera transversal, que revolucionó el sector del automóvil, pues hasta entonces los motores se montaban de manera longitudinal, y que pronto todo tipo de vehículos emplearían, como por ejemplo los deportivos Lamborghini Miura, que usaban un motor V12 montado de manera transversal.
Para 1959 el nuevo coche se presentó bajo dos marcas distintas de la BMC, práctica que era muy común el mercado automovilístico inglés. Eran el Morris Mini Minor y el Austin Seven, el nombre de este último siendo un homenaje al pequeño coche preguerra ya mencionado.