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La reina Cristina de Suecia, tras su abdicación y retiro a Roma, comenzó a coleccionar masivamente esculturas para decorar su palacio, seleccionando piezas singulares restauradas por alumnos de Bernini. Esta colección fue adquirida en 1692 por Livio Odescalchi, cuyo heredero la vendió a Felipe V para decorar el palacio de La Granja.
Eran hijas de Zeus y de la Memoria (Mnemosine), y en sus orígenes solían cantar juntas con sus bellas voces en el Olimpo, para deleitar a los dioses, e inspirar a los poetas. Solo a partir del siglo II a. C. se comenzó a relacionar a cada una de las musas con un arte determinado. Todas ellas eran objeto de culto en el Museion de la famosa Biblioteca de Alejandría, de donde procede el término actual que conocemos como "Museo".