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Cualquiera que utilice un ordenador personal, una tableta o un smartphone, en definitiva cualquiera que se conecte con asiduidad a Internet, ha sentido en alguna ocasión el temor de ser atacado por un hacker. Gente muy mala, muchos de ellos adolescentes, que con un PC son capaces de leer tu correo electrónico, asaltar tu webcam y grabar cómo te depilas en tu cuarto, robarte el número de la tarjeta de crédito y cambiar la marca del pienso de tu gato. El temor no es infundado. Paul “Pablos” Holman podría hacer todo eso (excepto lo del gato) si quisiera. Afortunadamente, no quiere. Prefiere dedicar su tiempo y sus habilidades para otras cosas más útiles, como inventar soluciones para arreglar algunos de los problemas más graves que enfrenta la humanidad en el siglo XXI.
Holman, que está considerado uno de los mejores hackers del mundo, describe su trabajo recurriendo a un imaginario cubo de rubik instalado en su cerebro en el que intenta que encajen las necesidades con las tecnologías disponibles hasta encontrar una solución. Puede parecer una forma de pensar extravagante e incluso ridícula pero Holman, que es consciente de su talento como showman (después de una conferencia en Estocolmo los periódicos suecos le calificaron como “un delincuente con carisma”) está convencido de que la capacidad analítica de los hackers puede ser la solución para mejorar la vida de muchas personas.
En la actualidad Holman, que se define a sí mismo como “hacker, futurista, inventor y macarra”, trabaja en el Intellectual Ventures Laboratory, un espacio donde experimentan con la fotónica, la nanotecnología, la electrónica, la metalúrgica, la química y la biología. Quieren erradicar la malaria, conservar vacunas en perfecto estado de temperatura durante meses en el Sahara o terminar con el hambre en el mundo. Y parece que saben cómo hacerlo.
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