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Madrugada del 3 de agosto de 1492. Cristóbal Colón y sus marineros salen por la Puerta de los Novios después de asistir a misa en la Iglesia de San Jorge Mártir de Palos de la Frontera; se encaminan hacia el muelle.
Son los prolegómenos de la “Gesta Colombina”, un hito histórico que haría cambiar el rumbo de la Humanidad.
Fue ese pequeñito territorio en el extremo occidental del reino de Castilla el elegido por Colón y los Reyes Católicos para preparar una expedición de gran envergadura, y no por casualidad. Se trataba de gentes que se dedicaban a “cosas del mar”, con una flota muy numerosa; tenían patente de corso. Poseían los palermos gran cultura marítima y conocimientos técnicos, y gran capacidad para la lectura de vientos y corrientes, así como la interpretación cartográfica. Entre ellos se encontraban dos grandes marinos, Martín Alonso Pinzón y Vicente Yánez Pinzón.
En esas fechas el acceso de las naves al interior del puerto de Palos se realizaba a través de una ensenada (entrante del mar en la tierra, donde pueden fondear los barcos para abrigarse del viento, de dimensiones menores que una bahía) de gran profundidad, de entre seis y ocho metros de calado. De esta forma las naves no precisaban barcos más pequeños para la carga y descarga. Por eso era tan importante un puerto natural al abrigo de los vientos y las corrientes dominantes.
Con el paso de los siglos la gran ensenada que llevaba las aguas del Tinto hasta el interior de la villa había retrocedido y cubierto de sedimentos, hasta que se pierde por completo. Tierra y vegetación cubre el lugar donde estaba ubicado el Puerto de Palos en 1492.
Gracias a las amplias fuentes documentales que se conservan, era conocido que Cristóbal Colón comenzó en Palos de la Frontera la travesía hasta el Nuevo Mundo, pero se desconocía el lugar exacto de su salida.
En los últimos años el grupo de investigación “Urbanitas. Arqueología y Patrimonio”, de la Universidad de Huelva, liderado y coordinado por el catedrático de Arqueología Juan Manuel Campos Carrasco, en colaboración con el Ayuntamiento de Palos de la Frontera, han estado llevando a cabo trabajos arqueológicos en la comentada ensenada, que se abre a los pies del cerro sobre el que se ubica la Iglesia de San Jorge Mártir. Se han hallado pruebas más que suficientes que confirman que se trata del lugar en el que se ubicó el puerto histórico del siglo XV.
Trabajos de geofísica, sondeos en la zona, la incorporación de geólogos de la Universidad de Huelva... son aportaciones vitales para la obtención de los resultados deseados.
Parece ser que ya está todo excavado y concluida las excavaciones del Puerto Histórico de Palos, a excepción de algunos rastreos de seguimiento.
De los resultados obtenidos se sabe que era un puerto natural y que están los cuatro elementos que las fuentes históricas señalaban, es decir, una fuente, que es la Fontanilla, un astillero (que no deja huella arqueológica), una alota y un horno.
Ya las ordenanzas municipales de la época hablaban de un puerto, una alota y un horno, que al final ha resultado ser un alfar, es decir, un conjunto de hornos.
El complejo alfarero se compone de un total de diez hornos, tres destinados a la producción de menajes de mesa, cocina, transporte y almacenaje; dos a la cocción de alimentos necesarios donde se hacía pan o se cocinaban animales; dos más, los de mayores dimensiones, fabricaban ladrillos y tejas, que proveían a la próspera villa de Palos, pues con ellos se construyeron la Iglesia de San Jorge Mártir y la Fontanilla, también se exportaban. Posiblemente en cada hornada sacaban 3.000 ladrillos; otros dos identificados como calera (horno de cal); y un pequeño horno que cumplía las funciones de horno de laboratorio. Se completa el conjunto con la sala del torno, las balsas de decantación de arcillas, el pozo de agua dulce y varios testares, donde se acumulaban las cerámicas desechadas. Este complejo alfarero es uno de los mejor conservado de Europa.
El término “alotar” viene de subastar pescado.
La alota es un edificio portuario de titularidad real dedicado exclusivamente a los negocios marítimos y la atención de los comerciantes. Se compone de cuatro estancias cuyas funciones eran muy diversas: fiscal, alojamiento, almacén y bodegón. Era el lugar donde se realizaban las transacciones comerciales y el lugar de reunión de los marineros. Allí se han encontrado múltiples objetos personales como monedas y fragmentos de pulseras.
Cuando recogía los trastos pensé en los años de antigüedad que estaba visualizando, pensé en tantos arqueólogos de Huelva, de nuestro país, que diariamente en una labor callada, a veces sin saber quién está detrás de esos hallazgos, nos muestran la realidad de otro pasado que también es nuestro, de todos.
Nuestro felicitación al grupo de arqueólogos de "Urbanitas. Arqueología y Patrimonio" de la Universidad de Huelva por la labor que desde hace tiempo vienen realizando.