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Nuestra canción, nuestra música.
Cuando encontramos la cinta con los seis minutos del show de Los Mojarras en el Teatro Segura, Guillermo, maestro y mentor, me aseguró que la cinta con el show "completo" que le sirvió a Carlos, su hermano, para dicha edición, "tiene que estar por ahí..."
Años después de dicho "descubrimiento", hace pocas semanas, hallamos la cinta.
Conciertazo. Me hubiese encantado haber escrito la descripción de este post pero, carajo, nunca doy la talla. Así que, como no podía ser de otra manera, los dejo otra vez con el gran Kike Larrea, de quien espero un libro pronto: Kike es una caja llena de anécdotas sobre la que, para mí, fue la mejor época de la banda.
Aquí, de nuevo, Los Mojarras en el Teatro Segura, acompañados en una parte del show por un grupo de teatro de la Sexta Zona de El Agustino. (Por cierto, eso que canta Cachucha antes de "Sarita Colonia", formaba parte de su repertorio como cantante de boleros, antes de la formación de la banda.)
Ya. Me callo... ¡Vamos, Enrique!
«Y otra vez, Los Mojarras»
El primer pensamiento que atraviesa mi mente en el preciso momento en que bajaba el telón en el Teatro Segura, el 10 de julio de 1992, fue que hubiera dado cualquier cosa por haber estado entre el público esa noche. Hay que tener en cuenta que en esa época la gente no iba por la vida con cámaras de vídeo en el bolsillo. Yo no tenía la más mínima idea de que alguien estaba grabando. Grabando todo el concierto, frenéticamente. Y, como un milagro, ese vídeo ha aparecido. Mi sueño se ha hecho realidad.
¿Qué astros se alinearon para que esto sea posible? ¿Cómo es posible que la increíble vocación de Rolly Necio por hurgar y preservar nuestro pasado lo haya a llevado a tocar la puerta del maestro Guillermo Melgarejo? Y que este le haya dicho que sí, que tiene el cassette que alguna vez un amigo le copió.
Un verdadero milagro. Gracias, Rolly. Gracias, Guillermo. Mi eterno agradecimiento.
La vida a menudo es compleja, dura, complicada, áspera, incomprensible. La memoria es frágil. Al final es difícil saber si lo que recuerdas corresponde efectivamente a la realidad. Pero hay momentos en que, mediante un pequeño fulgor en un camino incierto, algo te indica que tal vez lo vivido tenía un sentido.
Este es uno de esos momentos. Un momento de revelación.
Este vídeo es la prueba concreta y definitiva de que, en julio de 1992, Los Mojarras era un grupo.
La precisión, la solidez, la seguridad desplegada por los seis músicos en el escenario revela a una banda decididamente rodada. No se requería cuentas, marcas, ni siquiera miradas, para que la maquinaria avance, como una aplanadora.
En esa época, a pesar de nuestra relativamente corta existencia, no había grupo más rodado que nosotros. Durante año y medio habíamos hecho bailar a la gente con una música totalmente original (nunca tocamos covers, por terca convicción), sin equipos, sin amplificadores, sin monitores, conectados a las bocinas de los locales comunales. Derrumbábamos las puertas con la fuerza de nuestra convicción. Y esa noche, en las tablas del Segura, el grupo era exactamente eso: unidad, bloque. Un pelotón al asalto de la colina.
Cada uno cumplía con su rol. No había líderes, jefes, estrellas, poetas malditos, ni poses ni caprichos. Nadie tiraba la manta para su lado. Todos desplegábamos una energía común, colectiva. La solidez del bajo de Enrique, que camina por el escenario como por el salón de su casa, la fluidez de Dany paseándose relajado entre ritmos y géneros, la precisión y afinación perfecta de los coros del Pulpo, la presencia imponente y discreta de las congas de Kilo, al servicio de las canciones, la magia de Cachuca, totalmente controlada, desplegando todos los matices de esa voz magistral y de su increíble dominio de escena, y mi torpe euforia (nunca he danzado sobre un escenario como esa vez). Nadie se sentía abrumado por la envergadura del escenario. Obreros invencibles, “golpe a golpe en un solo lugar”, echábamos abajo el “gigante piedrón”.
Éramos un grupo de rock. Nada más y nada menos que un grupo de rock. No de chicha. De rock. Peruano. De barrio. Lo que siempre quisimos ser. Ese día supimos que existíamos. No para el público, sino para nosotros mismos. El abrazo eufórico del final es simplemente el resultado de esta constatación. La apuesta había valido la pena. Misión cumplida. Lo que venga después sería nada más que beneficio. Gracias a esa convicción pude subirme a un avión dos meses después, tranquilo, sin mirar hacia atrás.
¡Cuánto camino recorrido en solo año y medio, desde ese día en que le metimos fuego al escenario del segundo Agustirock!...
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** Melgarejo’s Files. ♥
*** Pic by Roc Magnon. Gracias, tío.
**** En la mira del éxito, 1992: • LOS MOJARRAS en la mir...
***** Sinvergüenza, 1994: • LOS MOJARRAS - Sinverg...
****** Rock en rojo y blanco: / rockenrojoyblanco