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Se crió prácticamente en la cárcel donde su madre trabajaba como celadora, luego en un barrio de la Ciudad de México de cuyas tentaciones lo salvó el futbol americano, aunque fue también ahí donde, según confiesa a Pati Chapoy, aprendió a defenderse y desde entonces no se deja de nadie.
Pero su indomable carácter lo ha llevado a ocupar titulares más de una vez, como cuando abofeteó a un periodista en Estados Unidos, un incidente similar al que recientemente vivió con una reportera que lo denunció por el robo de su celular.
Con todo y eso, Eduardo no se arrepiente y repasa en una larga entrevista las experiencias que lo han forjado: su debilidad por el alcohol del que logró alejarse a fuerza de voluntad; sus inicios en la actuación a la que ingresó por mero accidente, también sus dos matrimonios fallidos y la complicada relación con su único hijo a quien no ve desde hace tiempo y debido a ello no conoce a su nieto.
Es el resumen de una vida cuya recia personalidad lo ha sido todo: unas veces su gloria, pero otras también su infierno… porque nada es lo que parece.