Historia de Karl Marx

¡Los padres son el orgullo de sus hijos! Nos dice Proverbios 17, versículo 6. Padres, recuerden que su integridad (o falta de integridad) tendrá consecuencias irreparables no solo en su vida, sino también en la vida de sus hijos. Hace muchos años, creció en Alemania un joven judío que admiraba mucho a su padre. Este último había construido la vida de su familia en torno a la Torá. Cada semana, los llevaba a todos a la sinagoga. Cuando el niño cumplió diez años, la familia se vio obligada a mudarse y vivir en otra ciudad, sin sinagoga. Todos los importantes de la ciudad iban a la iglesia Luterana, la única iglesia de la ciudad. De repente, el padre del niño declaró que todos se convertirían en Luteranos, añadiendo que sería excelente "para sus negocios". El niño quedó profundamente marcado. Se enfadó con su padre y más tarde decidió dejar Alemania para continuar sus estudios en Inglaterra. Pasaba sus días en el Museo Británico, reflexionando y formulando sus ideas en un libro en el que describía un nuevo orden social que causaría más tarde la miseria y enormes sufrimientos a millones de seres humanos. Su filosofía se convertiría en la base de reflexión de la mitad de los gobiernos de nuestro planeta. Este niño se llamaba Karl Marx, el padre del comunismo. La historia de nuestra época fue afectada para siempre por un padre que "vendió" sus principios por un beneficio temporal. Padres, vivan una vida íntegra delante de sus hijos y no tendrán nada que temer. Hagan que su vida sea un libro abierto en el que sus hijos puedan leer sin reservas. Establezcan un sistema de valores capaz de regir cada aspecto de su vida. Por supuesto, ambos son humanos, y a veces se encontrarán en situaciones que exigen que elijan entre lo que quieren hacer y lo que deben hacer. Pero caminen con Dios, de la mano, defiendan su integridad cueste lo que cueste y descubrirán que son capaces, cada vez, de tomar la decisión correcta. ¡Que el Señor los ayude a caminar como buenos padres de familia para mostrar el camino a sus hijos y entonces sus hijos se sentirán orgullosos de ustedes!
¡Que el Señor los bendiga!
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