Рет қаралды 17,713
Los desafíos sensoriales son un tema crucial en el autismo. Lo sabemos quienes trabajamos o convivimos con ellos.
En los autistas la diferencia sensorial se da desde la misma estructura anatómica del cerebro, la cual lleva a retos en el procesamiento (hipersensorialidad o hiposensorialidad); filtrar la información sensorial; integrarla adecuadamente; regularla.
El "trastorno" o "desorden" de integración sensorial no es una categoría diagnóstica reconocida (no se encuentra ni en el DSM 5-TR ni en el CIE-11). Existe un fuerte debate sobre si considerarlo una entidad diagnóstica independiente a ciertas condiciones. En el autismo sabemos de los retos y compromisos sensoriales como característica. Sin embargo, llamar "trastorno" a estas dificultades muchas veces centra el problema en la persona y minimiza el efecto del entorno que, la mayor cantidad de veces, es el causante de la dificultad.
Recordemos que la discapacidad está más en las barreras del contexto que en los impedimentos de la persona. Es cierto que no se pueden adecuar siempre los entornos como quisiéramos (en los retos propioceptivos y vestibulares esto es claro) pero, sin dejar de dar los apoyos necesarios (herramientas de regulación y tecnologías de asistencia, por ejemplo tapones) evitemos patologizar el cuerpo-mente autista.
Los retos, los impedimentos, la discapacidad, no son anormalidades.