The Black Crowes - Twice As Hard+ Jealous Again (HD) Estadio Luna Park 16/03/2023

Durante hora y media casi clavada, el Luna se convirtió en uno de esos hermosos bares de Flores, de Ramos, de Berazategui o de algún otro rincón del mundo donde se esconde el ritual eterno en el que un grupo de personas se junta, birra en mano, para ver a otro grupo, más reducido y arriba de un tablado, hacer un rock despojado de cualquier artificio y con fuertes raíces anudadas en el blues o en el R&B.
Después de 27 años en que su magia quedó medio opacada porque fue en un estadio y como teloneros del plato fuertísimo que suponía Page/Pant, los Black Crowes se tomaron su revancha en medio de un clima mucho más intimista y de comunión propio de un espacio cerrado; esta vez la chispa se hizo fuego que prendió en un tremendo, enorme y descollante recital de rock'n'roll de vieja escuela.
Portando el ADN de ese rosario invisible cuyas cuentas une en retrospectiva a los Cuervos Negros con los Stones (mirá si no serán clara influencia que cerraron con una tremenda versión de 'Rocks Off'), los Faces, James Brown, Ike&Tina y, por qué no, hasta el primer AC/DC, la banda hizo aquello que mejor sabe y supo desde sus inicios en su Atlanta natal; haber traído a los '90s el sonido de los '70s y presentarlo hoy, en 2023.
Fue así como el show se colmó de enormes pasajes instrumentales aunque con un volumen que las más de las veces atentó contra la posibilidad de discernir mejor los solos, comandados por la calmada pero tormentosa vibra de Rich en modo 'slowhand' y seguido codo a codo por Nico Bereciartua, la presencia argenta preferida de la banda.
Por último, si este párrafo final expresara una sensación, ella sería la sorpresa, enorme y agradable, que logró despertar la voz de Chris Robinson después de tantos años en la banda y como solista. Ni un solo gramo de voz perdida, ni una pulgada de resignación vocal en aquellos pasajes en donde las cuerdas vocales exigen agravar la voz, ni mucho, muchísimo menos bajarle la guardia a la actitud y el carisma desplegado a lo largo de todo el escenario, en el que, haciéndole honor al nombre de la banda que él mismo fundó, de vez en cuando el enorme Chris se anima a recorrerlo como un cuervo negro, pegando pequeños saltitos.
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