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¡Hola! Mi nombre es Lia y soy de Venecia. ¡No olvides darle me gusta y suscribirte a nuestro canal!
¡Hace aproximadamente un año, me desperté en una cama de hospital en Brasil y no tenía idea de quién era! Que locura, ¿no?
“Por fin estás despierta. Soy el Doctor Braga.”
"¿Qué pasó? ¿Por qué estoy aquí?"
”Un buen samaritano te dejó frente al hospital hace unos días”.
Esperen un minuto, ¿acaso dijo que me dejaron en frente del hospital?
"¿Me puedes decir tu nombre?"
"Mi nombre es... Mi nombre es... ¡No puedo recordar mi nombre!"
¡¿Qué me pasó?! Primero, alguien simplemente me dejó frente al hospital y ¿ahora esto? ¿Cómo podía no recordar mi nombre? Traté de recordar otros aspectos de mi vida; mi color favorito, mi comida favorita... MIS PADRES!! Pero, mi mente se quedó en blanco.
"¡No puedo recordar nada!"
“Está bien. La amnesia generalmente está asociada con un traumatismo craneal”.
Antes de que pudiera hacerle alguna pregunta al Doctor. Braga, un hombre regordete y alegre entró con una joven de mal humor detrás de él.
“¡Ah, estás despierta! ¡Nos diste un buen susto allí!”
“Este es el señor Costa, el director general del hospital y su hija, Emilia. Insistió en que te quedaras aquí gratis. ”
“Gracias, señor Costa.”
“Por ahora, te llamaremos Jane hasta que recuerdes tu nombre. Intenta descansar un poco.” Me hundí más en la cama del hospital mientras el doctor Braga sacaba al señor Costa y Emilia de la habitación. Después de unos días, el señor Costa vino y me llevó a casa. Estacionamos frente a una hermosa mansión.
“Esta es mi humilde morada. Estoy seguro de que te gustará estar aquí.
"Gracias por hospedarrme. Realmente lo aprecio."
Tan pronto como entramos a la mansión, el señor Costa me presentó al personal y luego me llevaron a mi habitación donde me dieron un guardarropa nuevo, una laptop, un teléfono celular y dinero. Le agradecí al señor Costa y luego se excusó. Unos minutos después Emilia irrumpió en mi habitación.
“Si crees que vas a venir aquí a hacerte la señorita olvidadiza, entonces seguro te traes algo más entre manos.”
“¿De qué estás hablando?”
“¡Si sabes lo que te conviene, empacarás tus cosas y te irás de esta casa!”
“¿Quién me va a obligar a hacer eso? ¿Tú?"
Emilia me miró pero no dijo una palabra más. Salió de mi habitación y cerró la puerta detrás de ella. ¿Realmente pensaba que yo estaba fingiendo tener amnesia?
A la mañana siguiente, decidí recorrer la mansión, cuando de la nada escuché un débil sonido de ladridos. Miré por la ventana más cercana pero no había perros a la vista, sin embargo, los ladridos se hicieron más y más fuertes. Doblé la esquina y por el pasillo frente a mí estaban dos enormes perros Doberman. Mi corazón latía muy fuerte en mi pecho. Retrocedí lentamente mientras los perros gruñían.
“Lindos perritos…”
Los perros corrieron hacia mí y yo corrí en la otra dirección y me estrellé contra un chico realmente lindo.
"¡Ya vienen! ¡Corre!"
El chico me agarró de los brazos y me miró. Una ola de preocupación se apoderó de su rostro. Sus ojos eran fascinantes. Mi cara se puso caliente y mis rodillas se doblaron.
“¿¡Quién viene!?”
Los perros se pararon directamente frente a nosotros y yo me escondí detrás del chico y cerré los ojos.
“¡Rocky! ¡Ace! ¡Sentados!"
Me asomé por detrás del chico. Los perros se sentaron allí con la lengua colgando felizmente de fuera. Emilia trotó detrás de ellos.
"Oh, ahí están."