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En Baleares, los pinares de pino carrasco son la principal formación
arbolada, ocupando más del 43% de la superficie forestal. Están
perfectamente adaptados al clima mediterráneo de altas temperaturas y
sequía estival, conformando hábitats de crucial importancia para el
desarrollo de muchas especies de flora y fauna, así como para la
protección del suelo frente a problemas tan importantes como la erosión.
Numerosos factores como los incendios, los temporales, la falta de
aprovechamiento de muchos montes, la acumulación de leñas y maderas,
las plagas y enfermedades o la sequía prolongada, afectan los pinares
provocando su debilitamiento.
Algunos insectos escolítidos aprovechan este debilitamiento para atacar
el árbol, pudiéndole provocar su muerte. De entre ellos, en las islas
baleares cabe destacar a Tomicus destruens y Orthotomicus erosus.