Рет қаралды 534
En ascenso, con plenitud creativa y en estado de gracia y explosión. Así se mostró ayer Baroness en su primer visita al país para presentar su reciente ‘Gold&Grey’, casi una excusa perfecta para girar por Latinoamérica e ir ejercitando así, en un lugar íntimo y microscópico como Uniclub, esa rutina que seguro se convertirá en costumbre con el correr de los años. Una costumbre que además, si continúan arando el surco que empezaron a dibujar ayer, les abrirá las puertas de par en par a espacios más grandes, con cada vez más público. Hay que decir enseguida que Baroness dio un show increíble, uno de esos que, si antes resultaba prometedor para todos los que fueron a verlo porque intuían de lo que se trataba, pasada la hora y media, las expectativas no sólo quedaron sobradamente satisfechas sino que quedó sobrevolando esa sensación de querer más, esa promesa de banda con futuro increíble porque transita un presente que reivindica y dobla en vivo la propuesta artística que muestran en sus sucesivos trabajos. Esa hermosa manija.
Casi como si se tratara de un set dispuesto para la filmación de una película con unos cuantos extras haciendo las veces de público y en un lugar con capacidad para quinientas personas -con mucha generosidad la concurrencia alcanzaba ese número- la banda redobló la apuesta arriba de un escenario que, de tan íntimo, los acercaba al público más que separarlos, permitiéndoles además intercambiar esa vibra y ese contacto tan especial que esos lugares logran devolver, retroalimentados.
Los largos pasajes sonoros, la prevalencia del ritmo y la melodía más que del machaque e incluso los climas vocales que, casi como un oasis, sirve para dejar en suspenso a la explosión que encierra cada tema; esos caballitos de batalla que la banda logró imponer como recurso propio a lo largo de sus trabajos, fueron llevados al vivo magnificados, todopoderosos, cargados de química. A la calma introductoria de unos temas o a los largos medleys de otros les sucedía una lava sonora, extrema; esa fue la variable y la constante de La Baronesa en la noche de ayer en un reducto del Abasto. Una noche que ojalá sea la puerta de entrada, el primer eco que la banda logre recoger, más temprano que tarde y en sucesivas visitas; con mayor concurrencia y en espacios más amplios; con la misma comunión y capacidad de sorpresa que sólo una banda en franco ascenso puede dejar suspendida frente a un puñado de extras que ya claman por otra vuelta. Seguime en TW @marianochoni