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Sorpresas te da la vida y un bonus track kissero inesperado
Porque cuando la despedida del año pasado pareció un 'hasta siempre', la noche de ayer fue una fiesta casi de resurrección porque nadie esperaba un reencuentro con los cuatro (dos, bah) fantásticos.
Y al final, El Final del Camino, 'The End Of The Road', como fue bautizada la gira despedida tras medio siglo haciendo reventar escenarios y corazones. Ayer la banda más caliente (y más espectacular con todo lo que ello implica) dijo chau, hasta siempre. Y ahora fue posta...
Más allá de la efectividad y contundencia visual del show, marca registrada que, al contrario de la capacidad creativa de la banda, fue en un in crescendo de proporciones titánicas, todo adiós deja un gusto agridulce, triste para quien deja correr estas líneas.
Porque como todo fenómeno cultural de época que mueve la aguja para uno u otro lado, KISS deja una huella imborrable en la historia del rock, por muchas, muchísimas razones que excederían un simple posteo.
Pero sobre todas las cosas, KISS habrá sido esa parte de la pre adolescencia que te abrió las puertas a la música más allá de la música porque demostró que el sonido entra mejor cuando arrastra todos los sentidos, sobre todo el visual, la llave que abre esa dimensión del espectáculo que la banda llevó a proporciones hasta los '70s inimaginables. KISS habrá sido esa parte de la adolescencia que acompañó, que sostuvo y que se impuso como influencia cruzada para toda una generación de música esplendorosa surgida al calor de los dorados '90s. KISS habrá sido, por fin, la síntesis perfecta que encuentra la adultez para definir todo aquello que, desde tiempos inmemoriales, te hace feliz, te empuja la vida y te revuelve la sangre cada vez que le das play a uno siempre será más de uno, siempre de sus temas.
Gracias por llenar de sorpresa, de colores y de fantasía muchísimas etapas de mi vida.
Gracias por tanta magia. Gracias, mis superhéroes.
Ahora sí, El Final Del Camino, 'The End Of The Road'.
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