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Valentín González fue asesinado por la policía franquista el 25 de junio de 1979, con un tiro de pelota de goma a bocajarro y dirigido al corazón, cuando junto con los trabajadores de la colla de carga y descarga del Mercado de Abastos, participaba en una huelga pacífica y legal para reclamar el pago de unas subidas de salario pendientes. Tenía 20 años, era su primera huelga, Otra víctima más del inmenso ejercito de los perdedores, sin derecho siquiera a ser recordados en público. De ellos hubo muchos durante la transición y aún después, Nadie fue responsable de sus muertes, nadie pagó por ellas. Víctimas sin culpables asesinos.
El pueblo valenciano respondió participando en el entierro de Valentín, con una de las movilizaciones ciudadanas mas grandes que València ha vivido. La ciudad se vistió de luto: un paro general en las grandes empresas, los barcos del puerto hicieron sonar sus sirenas , los albañiles bajando del andamio en señal de respeto, los grandes almacenes y algunos comercios, cerrados. Polígonos industriales, transportes públicos, taxis, funcionarios municipales...en paro.
El cortejo fúnebre con las principales autoridades, pero los compañeros que querían
llevar a hombros el féretro, cubierto con una bandera de la CNT, no pudieron hacerlo.
Aitana, apenas informó, las Provincias tampoco, los medios estatales guardaron silencio. El silencio cómplice, el silencio y el olvido.
Silencio, olvido y mentira.