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Las filosofías de la Historia del siglo XIX y XX nos han acostumbrado a la idea de que el ser humano es un ser esencialmente histórico, que igual que los animales viven en la naturaleza, nosotros vivimos en la Historia. Sin embargo, los testimonios etnográficos de la Antropología apuntan a todo lo contrario: de millares y millares de sociedades conocidas, muy pocas han sido históricas. En orden a esta consideración, Claude Lévi-Strauss convierte a Rousseau en el “padre de la antropología”, citando unos textos en los que éste nos dice que el neolítico fue un “justo medio” entre el estado de naturaleza y las civilizaciones históricas, y que el hecho de que la mayor parte de las sociedades con las que nos hemos encontrado (según el colonialismo ha ido conquistando el planeta) estén ancladas en ese estado, “parece indicar que el género humano estaba hecho para permanecer siempre en él” y que si algún día lo abandonó debió de ser por una “funesta casualidad”. Así, pues, para los antropólogos, lejos de haber una copertenencia esencial entre el ser humano y la historia, ésta aparece como algo contingente y arbitrario, como una especie de mutación cancerosa del ser humano que, no por haber sido muy imperialista e incluso muy genocida, deja por esto de ser ni más ni menos que una excepción, lo mismo que lo es una célula cancerosa, por mucho que sea capaz de matar el organismo. Decir que el ser humano es histórico porque la historia lo ha devorado todo, es como decir que el cáncer es lo más propio del cuerpo humano. La inmensa mayoría de las sociedades humanas que estudia el antropólogo “no han querido que haya historia” y, para la mayoría de la población humana, la Historia ha sido una catástrofe que caía sobre ellos lo mismo que un terremoto o un diluvio de la naturaleza. Al ser humano le cuesta trabajo ingresar en la Historia. Y de hecho, según afirmó el gran historiador Eric Hobsbawm, hay que tener en cuenta que, para el 80 por ciento de la población mundial, el neolítico no terminó hasta mediados del siglo XX, en el momento en que hubo ya más gente viviendo en las ciudades que en el campo.
Libros citados
📖 Eric Hobsbawm, Historia del siglo XX, Crítica, Barcelona, 1995.
📖 Claude Lévi-Strauss, Tristes trópicos, Paidos.
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0:00 Presentación: ¿el ser humano es un ser histórico?
0:33 Las filosofías de la historia y el ser humano en tanto que ser histórico
1:55 ¿Un espejismo occidental? La intervención de la antropología.
4:55 Una extraña paradoja: la insignificancia del ser humano en el universo de las ciencias humanas
6:12 Pueblos que “no desean que haya Historia”
8:46 Rousseau: el padre de la antropología
9:34 Una sincronía neolítica que define al ser humano.
12:46 La Historia como una “funesta casualidad”
14:55 El neolítico: un justo medio entre la naturaleza y la historia
19:47 El modelo político del Rey Poeta (cfr. serie sobre Sócrates y Platón)
22:19 Eric Hobsbawm: el fin del neolítico en el siglo XX
31:22 Los emprendedores, protagonistas de la historia turbocapitalista
35:34 La Historia como excepción
38:32 El ser humano se protege de la Historia
39:26 Despedida
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Música de apertura y cierre: Schubert Impromptu Op.90 No.3
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